Mediapark en Ciudad Juárez, México
Concurso anteproyecto: Revista Arquine. 02/ 2011. 5INCO ARQUITECTOS, Claudio Rossi y Juan Pablo Aschner.
El Mediapark para Ciudad Juárez es un edificio-manifiesto de nuestras convicciones frente al lugar en el que se emplaza, las actividades humanas que en él se van a realizar, y el tiempo específico en el que se proyecta.
La violencia y la inseguridad demandan transparencia y acciones no convencionales. Un edificio correcto no es necesariamente un edificio correctivo sino, por el contrario, un edificio coercitivo. Por ello proponemos un edificio abierto, sin ningún tipo de segregación, sin fronteras espaciales ni visuales, vivo reflejo de la sociedad que habrá de albergar. Se propone un edificio para la convivencia libre y segura, que sea a la vez un espacio de aprendizaje en la experiencia corpórea y sensorial de las manifestaciones culturales contemporáneas.
Edificio inacabado, obra abierta a ser completada por la comunidad, pretende hacer a los usuarios participes de la experiencia y de su compleción. Por lo tanto no ofrece ningún viso estético o apariencia tendenciosa. Se tiene la firme convicción de que no hay imagen más representativa de lo que significa un edificio para la comunidad que aquella imagen que la misma comunidad le pueda otorgar. El edificio adquirirá las improntas del tiempo, las huellas de la acción y los surcos de la ocupación.
El edificio tampoco establece usos preconcebidos. Es un edificio a la espera de ser ocupado conforme se manifieste la intuición humana y se hagan presentes los modos de habitar. El edificio ofrece cualidades y calidades espaciales que habrán de suscitar en los usuarios conductas y actuaciones. El edificio, en lo que tiene de incompleto, estimula la apropiación, el sentido de pertenencia, la imaginación y la creatividad.
Los usos pueden imbricarse pero también se pueden asentar o decantar por separado y naturalmente. Los tiempos cambiantes demandan espacios flexibles pero no por ello anodinos o llanamente libres. El edificio sugiere, como las bandejas de comida de las cafeterías (A), unas depresiones, elevaciones, cavidades o hendiduras para depositar o detonar las actividades humanas, en sus manifestaciones más convencionales pero también más radicales.
Este edificio promueve los usos alternativos de desplazamiento y de movilidad por el espacio (B). Patinetas, bicicletas, patines, sillas de ruedas, personas sentadas o de pie, en círculo o en fila, el edificio no diferencia el circular del estar sino que promueve la justa y muy urbana coexistencia entre la velocidad y la quietud sin acudir a artificios o artefactos que limiten las posibilidades de nuestros cuerpos en acción.
La materia del edificio se hace presente en la horizontal a manera de placas oscilantes, ondulantes o zigzageantes (C) que suscitan interrupción y movimiento y lo estimulan. La horizontal es el plano de la acción. La virtualidad del edificio se hace manifiesta en la vertical a manera de planos traslucidos y opacos que se ofrecen a la intervención con el graffiti, la interacción o la proyección mediática. Si la horizontal es el dominio del movimiento y de lo corpóreo, la vertical es el dominio de los sentidos y en especial de la visión.
Los nuevos medios ocuparán y transformarán radicalmente aquellos planos que la arquitectura deja libres a la creación. Será responsabilidad de estos nuevos medios mediar, dividir, transar o integrar aquellos espacios virtuales que nos arrojan al mundo, más allá de nuestro mundo. Las acciones, entendidas como talleres o espacios de capacitación, o exposición, adquirirán por los mismos medios que invocan o emplean la más adecuada configuración y caracterización de sus propios espacios. Serán los recursos propios de cada uso, los últimos responsables de la verdadera ocupación.
El Mediapark para Ciudad Juárez es un edificio-manifiesto de nuestras convicciones frente al lugar en el que se emplaza, las actividades humanas que en él se van a realizar, y el tiempo específico en el que se proyecta.
La violencia y la inseguridad demandan transparencia y acciones no convencionales. Un edificio correcto no es necesariamente un edificio correctivo sino, por el contrario, un edificio coercitivo. Por ello proponemos un edificio abierto, sin ningún tipo de segregación, sin fronteras espaciales ni visuales, vivo reflejo de la sociedad que habrá de albergar. Se propone un edificio para la convivencia libre y segura, que sea a la vez un espacio de aprendizaje en la experiencia corpórea y sensorial de las manifestaciones culturales contemporáneas.
Edificio inacabado, obra abierta a ser completada por la comunidad, pretende hacer a los usuarios participes de la experiencia y de su compleción. Por lo tanto no ofrece ningún viso estético o apariencia tendenciosa. Se tiene la firme convicción de que no hay imagen más representativa de lo que significa un edificio para la comunidad que aquella imagen que la misma comunidad le pueda otorgar. El edificio adquirirá las improntas del tiempo, las huellas de la acción y los surcos de la ocupación.
El edificio tampoco establece usos preconcebidos. Es un edificio a la espera de ser ocupado conforme se manifieste la intuición humana y se hagan presentes los modos de habitar. El edificio ofrece cualidades y calidades espaciales que habrán de suscitar en los usuarios conductas y actuaciones. El edificio, en lo que tiene de incompleto, estimula la apropiación, el sentido de pertenencia, la imaginación y la creatividad.
Los usos pueden imbricarse pero también se pueden asentar o decantar por separado y naturalmente. Los tiempos cambiantes demandan espacios flexibles pero no por ello anodinos o llanamente libres. El edificio sugiere, como las bandejas de comida de las cafeterías (A), unas depresiones, elevaciones, cavidades o hendiduras para depositar o detonar las actividades humanas, en sus manifestaciones más convencionales pero también más radicales.
Este edificio promueve los usos alternativos de desplazamiento y de movilidad por el espacio (B). Patinetas, bicicletas, patines, sillas de ruedas, personas sentadas o de pie, en círculo o en fila, el edificio no diferencia el circular del estar sino que promueve la justa y muy urbana coexistencia entre la velocidad y la quietud sin acudir a artificios o artefactos que limiten las posibilidades de nuestros cuerpos en acción.
La materia del edificio se hace presente en la horizontal a manera de placas oscilantes, ondulantes o zigzageantes (C) que suscitan interrupción y movimiento y lo estimulan. La horizontal es el plano de la acción. La virtualidad del edificio se hace manifiesta en la vertical a manera de planos traslucidos y opacos que se ofrecen a la intervención con el graffiti, la interacción o la proyección mediática. Si la horizontal es el dominio del movimiento y de lo corpóreo, la vertical es el dominio de los sentidos y en especial de la visión.
Los nuevos medios ocuparán y transformarán radicalmente aquellos planos que la arquitectura deja libres a la creación. Será responsabilidad de estos nuevos medios mediar, dividir, transar o integrar aquellos espacios virtuales que nos arrojan al mundo, más allá de nuestro mundo. Las acciones, entendidas como talleres o espacios de capacitación, o exposición, adquirirán por los mismos medios que invocan o emplean la más adecuada configuración y caracterización de sus propios espacios. Serán los recursos propios de cada uso, los últimos responsables de la verdadera ocupación.